jueves, 14 de marzo de 2019

NHU 65 febrero 2019



Entrevista a César Torres

Médico cirujano y terapeuta neural



César Torres Barrera, médico cirujano, terapeuta neural. Colombiano, 55 años.

P. ¿Cuánto hace que llegaste a España?

R. Llegué hace 19 años de Colombia, casi al terminar el siglo, en 1999. Llegué un 12 de octubre, Día de la Hispanidad (risas). Estuve haciendo el mismo recorrido que Colón, pero a la inversa. Y yo creo que también he conquistado a los españoles. Les he conquistado el corazón (risas).

P. Según llegaste y te instalaste aquí, ¿comenzaste a practicar tu medicina? ¿Abriste tu consulta?

R. Para las personas migrantes es difícil llegar a un país donde nadie te conoce, donde nadie puede avalarte cuando vas a alquilar un piso, donde eres un extraño para todo el mundo. Para mí fueron momentos difíciles porque traes tu título, traes tus cosas, traes tus ilusiones, pero llegas a un sitio en el que, por más que hablemos el mismo idioma que tú, tenemos costumbres diferentes y otras formas de ver la vida. Recién llegado tuve que trabajar en otras cosas, hasta hice empanadas para vender en los locutorios con mi pareja, que vino conmigo desde Colombia. Desde el comienzo fue difícil para mí encontrar trabajo como médico. Recién llegué solicité la homologación de mi título en el Ministerio de Educación, pero este proceso es largo y tardé más de un año en conseguirla y  poder colegiarme. Aun con el título homologado, pero sin papeles para trabajar legalmente, no encontraba trabajo como médico. Era un ilegal y tenía que estar calladito porque el acento podía delatarme. ¡Siempre temeroso de que la policía pudiera pararme y pedirme los papeles! Ya cuando me pude colegiar, me sentí más seguro y empecé a informarme sobre médicos que practicaran la terapia neural en Madrid. Vi un anuncio en el Colegio de Médicos sobre una clínica que estaba buscando un médico que practicara la TN, y allí que me fui. Era una clínica de prestigio cuyo médico director me dio la oportunidad de comenzar a tratar pacientes aquí en Madrid. 

P. Recuerdo que a mí me gustaste mucho más que ese médico…

R. ¡Ja, ja, ja! Sí, y ahí nos enamoramos… Allí tuve la oportunidad de conocer a personas como Javier y Nati. Después de 17 años, y aunque haya épocas en que no nos veamos mucho, nos tenemos en nuestros corazones.

P. Y algunos de nosotros, que nos empeñamos en estropear nuestra salud, nos olvidamos de ti cuando mejoramos y volvemos a que nos “arregles” cuando perpetramos el “desastre”.

R. ¡Ja, ja, ja! Bueno, yo trato con mis agujitas de ponerlos en orden.

P. Ya practicabas en Colombia la terapia neural…

R. Si, empecé a estudiar la TN en 1996. Trabajaba como médico de medicina general en una consulta y enfrente había otra consulta en la que trabajaba un médico que hacía TN. Yo veía que sus pacientes salían de su consulta más contentos, diferentes a los míos, a los que yo estaba atiborrando de medicamentos. Y me preguntaba: “¿Pero qué pasa? ¿Qué tratamiento estará realizando este médico para que sus pacientes tengan un semblante diferente?”. Y eso me animó a preguntarle y a quitarme ese estatus de médico científico que uno tiene cuando sale de la universidad y que lo lleva impregnado en su cerebro. Y fui a su consulta y le pregunté: “Oye, ¿y tú qué haces?”. Y él me lo explicó y me pareció muy interesante. Es un tratamiento que no les hace daño a los pacientes y les hace mejorar de sus dolencias.

P. ¿Qué te contó?

R. Me contó que en Popayán, una ciudad al sur de Colombia, había un médico que aún hoy es la máxima autoridad en terapia neural en los países de habla hispana, incluyendo España. Me animó a que le llamara para ver si me aceptaba como alumno en su consulta. Su nombre es Julio César Payán de la Roche, a quien siempre estaré agradecido por abrir mi mente a terapias diferentes. Contacté con él y tuve la suerte de que me aceptara como alumno. Y así decidí dejar mi consulta, vender mis cosas e irme a Popayán. Con el doctor Payán aprendí lo que es la verdadera medicina, el verdadero sentir de un médico, no lo que yo estaba haciendo, que no era agradable para mí. Yo estaba aburrido de la medicina convencional, no estaba trabajando a gusto. Era un simple “remitidor”: “Vaya usted a ver al ginecólogo, vaya usted al pediatra, vaya usted al endocrino, al cardiólogo…”.  ¿Y yo qué hacía? Con la terapia neural aprendí a ver a una persona en su totalidad: su cuerpo, su espíritu, su alma, su conciencia, en un todo. Y eso me hizo querer más la medicina. Ahora me dedico en exclusiva a practicar terapia neural, y es lo que más me gusta.  

P. ¿Solamente? ¿No lo complementas con ninguna otra cosa?

R. En algunas ocasiones, cuando me llaman por teléfono porque en ese momento no puedo pinchar al paciente, les doy algunas recomendaciones de homeopatía, que es algo que también funciona bien y tiene muy buen resultado, sobre todo en los niños. 

P. Homeopatía que ahora está siendo muy atacada…

R. Si, y no entiendo las razones. Hablan sin fundamento. Yo puedo hablar de la medicina convencional porque soy médico, y también puedo hablar de la medicina alternativa porque también la he estudiado. Tengo conocimientos de ambas cosas. Los que ahora están atacando las medicinas alternativas nunca se han dado la oportunidad de ver que hay otras terapias que dan buenos resultados sin dañar a una persona con tantas medicaciones y con tantos procedimientos quirúrgicos a los que les están sometiendo últimamente. 

P. Yo soy paciente tuyo desde hace muchos años y en la vida me he sentido presionado ni forzado.

R. Si, desde hace 17 años. Lo bueno de la terapia neural es que es una medicina libre, que no compromete. Es una medicina que le da la opción a la persona de escoger: “Mira, yo no quiero que me atienda un médico de la Seguridad Social, quiero que me atienda este otro médico porque creo que me estoy compenetrando más con él, me presta más atención, hablamos más, conoce las cosas de mi familia, mis hijos…”.

P. Y tú nunca prometes nada…

R. Claro, yo no prometo nada. No me gusta darle falsas esperanzas a un paciente porque a mi consulta viene gente que está ya muy desesperada con sus dolencias. Gente que, por más que ha ido a diez especialistas que le han hecho miles de analíticas, de escáneres, etc., sigue con sus dolencias. No estaría bien entonces darles falsas expectativas. Lo único que les digo es que hago una terapia que da muy buen resultado y que les podría venir muy bien sin hacerles ningún daño. Bueno, el único daño es el pinchacito. 

P. Tampoco te he visto nunca desalentar a nadie de utilizar la medicina convencional.

R. Ambas se complementan. No se me ocurriría decirle a un paciente que viene a mi consulta con un dolor abdominal agudo que voy a tratarle con terapia neural, ya que ese paciente puede tener una apendicitis y tendría que ser operado inmediatamente. La medicina alternativa y la medicina convencional no pueden estar enfrentadas porque se complementan y, a veces, a la par van muy bien. Tengo amigos médicos que por la mañana trabajan en la Seguridad Social y por la tarde tienen una consulta de homeopatía, pero les da miedo reconocerlo.

P. ¿Tu formación fue solo con Julio César Payán o después la has actualizado?

R. MI maestro fue Julio César Payán. Él pasaba consulta en un barrio muy pobre, consulta en la que se atendía a gente humilde. Allí pasé con él mi aprendizaje durante un par de años. Al terminar mi formación abrí mi propia consulta de terapia neural en un pueblo de Colombia que se llama Sogamoso, hasta que decidí emigrar a España. Y sí, nos vamos actualizando. Nos reunimos con cierta regularidad en distintos países de Europa: Alemania, Austria, Suiza, etc. Compartimos experiencias y estudiamos casos clínicos. 

P. He leído que esta terapia tiene mucho prestigio en el norte de Europa y que en Suiza, por ejemplo, la cubre el sistema público de salud.

R. Si, colegas que practican la terapia neural en Suiza y Austria me comentan que allí está cubierta por la Seguridad Social. También en Alemania. Allí fue donde, en 1925, se publicaron los primeros trabajos de los hermanos Huneke sobre el uso de los anestésicos locales en el tratamiento de dolencias, aunque los primeros experimentos se remontan a principios del siglo XX, en Rusia, con el científico Pavlov y su discípulo, Speranski. 

P. Si tuviera que describir mi experiencia como paciente, la terapia neural te deja la sensación de que el equilibrio se restablece.

R. Nuestro organismo es un sistema bioeléctrico y, sin entrar en detalle, la terapia neural trata de restablecer el equilibrio en ese sistema eléctrico alterado por cualquier causa orgánica, mental, genética, medioambiental… 

P. ¿Vale para cualquier enfermo y dolencia, o también has tenido fracasos?

R. Esto, como dicen aquí, no es la “purga de Benito”. Si así fuera, tendría en la puerta de mi consulta una cola enorme de enfermos esperando al mago para que los cure. Aunque algunas veces me parece que inyecto el agua bendita, porque he observado respuestas y efectos maravillosos en muchos pacientes. Hablo de pacientes que ya estaban en la unidad del dolor o pacientes tratados con psicofármacos porque les habían dicho que sus dolencias eran psicosomáticas; en otras palabras, inventadas. La  base de la terapia neural es una substancia que se llama procaína, que es un anestésico local que ya no se usa por su breve efecto anestésico, pero que en la terapia neural se utiliza en una concentración del 1% administrada en microdosis mediante pinchazos en diferentes zonas del cuerpo, según la historia clínica de cada paciente. En esta terapia no interesa el efecto anestésico de la procaína, sino su efecto eléctrico y reprogramador a nivel celular y del sistema nervioso.


P. ¿Tiene cierta similitud con la acupuntura?

R. Sí. De hecho, la llaman la “acupuntura alemana” porque comparte una misma base. En la acupuntura se habla de meridianos, de canales por los que circula esa energía eléctrica. En la terapia neural hablamos de segmentos y ganglios nerviosos que trasladan la información hasta el cerebro.

P. Acompañas la terapia neural, que yo puedo certificar por experiencia propia que es muy eficaz, con notas muy extensas sobre el paciente y lo que este te comunica: sus hábitos, costumbres, biografía…

R. Todo lo que nos ha pasado deja una memoria en nuestro cuerpo, en nuestras células, y esa memoria se puede reproducir en forma de dolencia o de malestar orgánico en determinados momentos de nuestra vida. Hacer una buena historia clínica con unos buenos antecedentes es parte del tratamiento. La salud depende de muchos factores: de lo que comemos, de lo que respiramos, de lo que pensamos, del medio que nos rodea, del trabajo que tengamos, de nuestra genética, de las tensiones a las que nos sometemos. Yo siempre les digo a mis pacientes que ningún organismo es sano al 100%. Un organismo se aleja siempre del equilibrio porque, si llega al equilibrio completo, muere. La mala alimentación, el sedentarismo (esto nos lo enseñan también en la facultad de Medicina) afectan negativamente a la salud. Somos los dueños de nuestra salud. Mi salud no es del médico, ni del cura, ni de mi madre: la salud es mía, y como es mía tengo que cuidarla. Cuando seamos conscientes de esto, las cosas empezaran a cambiar.

P. Produce un gran sufrimiento el miedo a la enfermedad y a la muerte.

R. Desde pequeños nos han enseñado que enfermar es malo. Deberíamos cambiar este concepto, ya que las dolencias no son más que llamadas de atención de nuestro organismo para que cambiemos hábitos y actitudes poco sanas para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. En vez de dejar que nuestro organismo active sus propios mecanismos de curación, nos atiborramos de medicamentos que inhiben el proceso intrínseco de curación que todos poseemos. Ese poder de curación del organismo lo estimulamos con la terapia neural. 

P. Pero, pese a estar atiborrados de medicamentos, la esperanza de vida en España se pone a la cabeza del mundo.

R. Sí, pero ¿a qué precio aumentamos la esperanza de vida? ¿Terminar los últimos años postrados en una cama o en una silla de ruedas? ¿Entrando y saliendo del hospital? ¿Tomando un montón de pastillas? Todo con el único objetivo de que nuestro corazón siga latiendo, manteniéndonos vivos en condiciones muy degradadas, con un altísimo gasto económico, físico y emocional de quienes nos cuidan. Tenemos que hablar más de calidad de vida que de cantidad de años vividos. 

P. Otra cosa que me sorprende de ti es que sabes escuchar.

R. Escuchar al paciente en un componente importante de su curación. Que se sienta relajado y con confianza para poder hablar ya le libera de muchas tensiones y bloqueos. Si el médico de la Seguridad Social no escucha, no es problema del médico: es problema del sistema de salud, que le impone al médico un número muy alto de pacientes para atender en muy poco tiempo. Se trata de medicar casi mecánicamente para responder a síntomas o a tratamientos anteriores. Es el modelo del sistema, así que el médico no tiene la culpa. Yo no me atrevo a quitar una medicación que le ha sido recetada a un paciente. La decisión siempre la tiene el paciente, pero a veces soy consciente de que no le está beneficiando. Yo no impongo nada a mis pacientes y les doy opciones. El paciente elige a su médico y es el responsable de su propia salud.

P. Veo que tampoco haces una propaganda masiva de tu consulta, más bien te va llegando gente cuando algún amigo o familiar comparte su experiencia.

R. Yo no me sé vender ni quiero que me compren (risas). Creo que lo que hago es bueno, que funciona. Quiero que la gente lo conozca y, si les ayudó, que comuniquen su experiencia. Así es como me gusta que me lleguen los pacientes: sabiendo que les voy a pinchar (risas). Me ahorran explicar que algunos pinchazos duelen y otros no.

P. Ya que lo sacas… ¿Por qué muchos tenemos miedo de los pinchazos de la terapia neural?

R. Porque conservamos en la memoria infantil el recuerdo del dolor de aquellos primeros pinchazos de las vacunas. Las personas reaccionamos de forma muy diferente al dolor, algunos me dicen que hasta les gustan los pinchazos en la cabeza. El umbral de dolor en muy distinto en cada persona. Hay pacientes que saltan en la camilla nada más ver la aguja, y les entiendo. Llevo ya muchos años pinchándome a mí mismo y, cada  vez que me tengo que pinchar, me lo pienso (risas). Pero todo el mundo coincide en que la sensación de bienestar que queda compensa todo lo anterior. La terapia neural actúa en mente y cuerpo. 

P. Para terminar, ¿se te ocurre alguna recomendación para quien pueda leer esta entrevista?


R. Sí, que no tengan miedo a ver cosas diferentes, a probar otra medicina, a no quedarse con lo que aprendieron de pequeños sobre la relación entre médico y paciente. Hoy en día, ministros e instituciones médicas hablan mal de esta medicina sin reconocer la gran cantidad de médicos colegiados que estamos explorando nuevos procedimientos y la gran cantidad de personas que nos eligen. Tenemos que evolucionar, tenemos que perder el miedo…

1 comentario:

  1. Nunca pensé que volvería a curarme de mi herpes, he estado teniendo herpes desde el año pasado en julio, hasta que un día realicé una investigación en Internet donde vi a alguien dar testimonio sobre cómo el Dr. Ogala lo ayudó a curar su herpes con su medicina natural a base de hierbas, me sorprendió mucho cuando vi el testimonio, y también tengo que ponerme en contacto con el médico herbolario (Dr. Ogala) en su correo electrónico, que la señora recomendó a cualquier persona que también pudiera necesitar ayuda. Estoy muy agradecido con este hombre porque me ha devuelto la salud y me ha vuelto una persona feliz. Cualquier persona que pueda estar enfrentando el mismo problema debe comunicarse con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com o WhatsApp +2348052394128

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